Susana tiene 55 años y viene de una de las familias más importantes de este país. Es hermana, prima, sobrina, cuñada, etc, de importantes personajes del mundo público… pero está sola y con los mínimos recursos.
Ha intentado suicidarse infinitas veces y desde hace varios años que su familia dejó de preocuparse por eso. “Si te querí matar, mátate”, es lo más suave que le dicen sus cercanos.
Ella es alcohólica. El alcoholismo siempre es grave, más aún en las mujeres porque son el pilar de la familia que es lo que hoy sostiene a la sociedad. Una mamá alcohólica impacta gravemente en el comportamiento de los hijos y del marido, generándose una cadena de decaimiento.
Tengo que advertir que es sólo mi impresión, pero cuando conocí el caso de Susana tuve la sensación de que ser alcohólica y tener una familia ABC1 lo complica todo.
Como no ha logrado recuperarse, se convirtió en “el cacho” de la familia. Sus hermanos no quieren verla, no la mencionan. Al principio intentaron ayudarla pero cuando vieron que ya no tenía remedio –porque su alcoholismo está a un nivel irreparable- pensaron que estar al lado de ella sólo les traería problemas… y la dejaron sola. Susana ha perdido todo, ha estado detenida, ha estado internada… y es verdad: no se va a recuperar y claramente su actitud no es algo que su familia quiera exhibir en sociedad. Así que prefirieron olvidarla.
Sé que el alcoholismo es terrible en cualquier esfera y ser de un estrato más pudiente no lo hace más o menos terrible. Lo único que me queda claro es que el dinero y el poder no lo solucionan todo.