Charlotte Gainsbourg es una de esas francesas que mi amiga Florence odia/ama. A parte de ser muy atractiva (más que bonita), canta, actúa y es hija de dos de las parejas con más estilo del mundo: Jane Birkin y Serge Gainsbourg y es la suma de todo lo francés amplificado por mil.
Con sólo 13 años, su mamá, la actriz y cantante inglesa Jane Birkin, la entusiasmó para que se presentara al casting de una película llamada "Paroles et Music", donde obtuvo al tiro el papel. De ahí trabajó con algunos de los cineastas franceses más respetados, incluso con el legendario François Truffaut, en la película "La Petite Voleuse". Su carrera en el cine americano recién despegó en la primera década del 2000, cuando trabajó junto a Sean Penn en "21 gramos" y en la preciosa "La ciencia del sueño" de su compatriota Michel Gondry, junto a Gael García Bernal.
Pero por lo menos para mí, lo más destacable de Charlotte es su música. Su disco "5:55" es tan francés como la creme brulee y dan ganas de escucharlo mirando el Arco del Triunfo. Sus canciones son perfectamente elegantes, cantadas en esos susurros con un acentito encantador, todo demasiado bien ejecutado, bien elegido. Todo con ese "qué-sé-yo" misterioso que huele a café y a Gitanes rubios.
Su último disco, "IRM" fue producido por Beck (con quien hace un duo en la canción "Heaven can wait") y acaba de terminar su primer tour por Estados Unidos.
Este es el video de la canción "The songs that we sing" de su disco "5:55"