Sin pensarlo, sin planearlo, ni si quiera imaginármelo, el otro día me convertí en una guachaca de tomo y lomo y me encantó. Eran las 7:30 de la tarde, y yo caminaba hacia mi casa, sin más espectativas que acostarme temprano y quizás encontrar alguna película buena en la tele. Hasta que sonó mi teléfono y mi noche cambiaría repentinamente.
Era mi prima, invitándome a salir con amigos a lo que sería la primera parada de la noche, La Cervecería Nacional, ubicado en Compañía con Libertad. Con una diversa y exquisita carta de cervezas artesanales -un paraíso- me deleité con más de una variedad, pero la que más me gustó fue la cerveza negra “de la casa”, ideal para acompañar uno de los sándwiches más ricos que me he comido últimamente. Imagínense lo que es el “camarón completo”. Bueno, efectivamente es en pan de completo (lo que al principio no me tincó mucho) pero cuando lo trajeron, supe que había hecho una excelente elección. Además de llegar con una linda presentación, era toda una delicia.
Era un pan de completo abierto, partido en dos, relleno con un mix de lechugas, una salsa de cebolla, pimientos, ají y cilantro, más unos camarones apanados grandes y gordos, todo cubierto con un toque de mayonesa. Una maravilla. Habían otros de arrollado o pollo, cada receta con un toque muy tradicional.
Como la cosa se puso buena y ya estábamos muy en la onda guachaca. Todos alegando que porqué Viñuela había salido Rey Compipa, que le robaron el título a Salfate, que #guachaca fue trending topic y nadie lo podía creer, en fin. Nos fuimos a uno de los lugares más típicos de Santiago: El Huaso Enrique (calle Maipú 462). Un restaurant clásico para quienes disfrutan de un rico borgoña –aunque yo prefiero el clery- y comida chilena, con cuecas bravas tocadas en vivo y un espectáculo de personajes que desfilaban por el local.
Aunque intenté bailar cueca, fue muy intimidante tener a tantos expertos a mi alrededor. Habían señoras de unos cincuenta años, que iban al Huaso Enrique desde hace 10 o 20. Nos explicaron el origen de burdel de las cuecas choras y de, porqué se baila diferente. Se supone que la bailaban las prostitutas, por lo tanto, está hecha para que las mujeres coqueteen sugerentemente con sus acompañantes.
Así, de clery en clery, de cueca en cueca (intentos al menos) y de entretenida conversación, se nos fue la noche. Guardamos los pañuelos y nos fuimos a la casa felices de haber disfrutado de nuestro mejor carrete absolutamente guachaca. No puedo esperar a que se repita.