Me encuentro en una situación bastante incómoda. Llevo 6 meses saliendo con un hombre y al parecer, él no quiere formalizar ni ahora ni en un mediano plazo. No es que sea enchapada a la antigua ni mucho menos, sólo es una especie de necesidad de sentirse segura en una relación.
Obvio que es un tema que lo hemos conversado, en verdad yo sola porque cuando lo saco a colación y él se da cuenta para donde va la conversación ¡cambia el tema radicalmente!
Desde que empezamos a salir, él puso los puntos sobre las íes: se encargó de dejarme muy en claro que era un pájaro libre que se ahoga si lo amarran y que no era que no me quería, sino que así es. Ahora, después que han pasado 5 meses desde ese entonces, me arrepiento de haber aceptado y de habérmelas dado de “liberal y relajada”.
Aparte, no faltan los “amigos” –que no sé si a estas alturas están dentro de mi lista- que preguntan y preguntan al susodicho “bueno, y ¿cuándo le vas a pedir pololeo?”. No estoy clara si me estresa más la presión social o que él viva la vida loca y no quiera compromisos.
Así que después de darle muchas vueltas al asunto, decidí pedirle pololeo. Sólo tomé la decisión, el cómo y cuándo todavía no está claro. O sea, por algo se ha usado durante toda la historia que los hombres pidan pololeo, o en su defecto, matrimonio -en todo caso ese tema si que no está dentro de mis opciones, ni siquiera dentro de un futuro medianamente cercano-.