Tengo la sensación que cuando uno se pone viejo el hecho de probar cosas nuevas, conocer gente, cambiarse de trabajo y vivir nuevas experiencias, o sea, vivir algo “por primera vez” resulta lejano y para algunos una lata. Creo que con el tiempo nos vamos poniendo más prevenidos y temerosos. Cambiar, mutar, y aprender parecen una osadía, una insolencia.
A mí no me da lata cambiar, en ese aspecto a mis 31 años me mantengo bastante joven, y esta nueva aventura de escribir es parte de todo eso. Eso sí, hacer algo “por primera vez” siempre da miedo, y en este instante algo más parecido a los nervios, pero me gusta sentir que aunque pasen los años, hay miles de cosas que no he explorado, lugares que no conozco, y experiencias nuevas esperando, es como sentir que te quedan años y años de vida.
Creo que es importante cambiar, provocar remezones. Yo lo necesito, si no me puedo morir del aburrimiento y eso es fatal. Aburrida soy más errante y mala onda. Sentir que la vida puede cambiar si yo quiero, es primordial.
Esta es mi primera vez, la primera vez que tantas personas leerán algo que yo escribo y qué lata que sólo sean explicaciones de cómo me siento, pero si vamos a empezar que sea con la verdad; me da nervios, vergüenza, y alegría. Hoy los saludo y me doy la bienvenida.
*Natalia estará colaborando desde hoy con sus columnas. ¡Bienvenida!