Por Florence y Paz
Be my lover, La Bouche: La canción insigne del tagadá del litoral central. Cada vez que la escuchas, las ganas de bailar haciendo coreografías dignas de Generación 2000 son imparables. Su la-ra-ra-ri-ra-ra-ra-rá es simplemente el coro más indigno del eurodance noventero, pero ya lleva casi 20 años con nosotros y nadie podrá olvidarla jamás.
You're beautiful, James Blunt: Al parecer, James Blunt quiere decirnos algo con su apestosa canción; no hay forma de sacársela de la cabeza una vez que la escuchas. Es la típica música de supermercado, melosa, odiable, pero totalmente pegadiza. Dicen que cuando se la cantas a alguien al oído mientras duerme, muere.
Miss American Pie, Don Mc Lean o Madonna: Es de las canciones que sin escucharlas enteras y sin querer, te las sabes completas. En la versión del viejo Mc Lean o en la madonnesca, dan ganas de cantarla, ojalá con guitarra.
Tus viejas cartas, Los enanitos verdes: La banda sonora por excelencia de las fogatas playeras. O de cualquier romántico que sepa tocar guitarra. No suficiente con provenir de una banda llamada "Los enanitos verdes", tiene el solo de saxo más ordinario del rock latino ochentero. Tan mala como inolvidable.
Amor amor, Pablo Herrera: Pobre Pablo, le pedían que cambiara y el no quería, pero tampoco temía arriesgarse. Con su melena frondosa y una modelo de cejas idem, nos regaló uno de los videos más rascas de los noventas y una de las canciones más pegotes del cancionero chileno, gracias a las teleseries que lo hicieron parte de todas sus bandas sonoras, aburriéndonos hasta el cansancio con sus baladas llenas de amor y lata.
Bonus:
Smelly Cat, Phoebe Buffay: Con su talento inigualable, Phoebe nos trajo la única canción buena de esta lista. La triste historia del gato más hediondo del mundo, que sus amos no querían, al cual nunca llevaban al veterinario, pero no era su culpa. Cada vez que Phoebe tomaba su guitarra y entonaba Smelly Cat, la canción se quedaba pegada una semana en tu cabeza.