¿Se han fijado lo desagradable que es ir en el metro, aplastada como sardina, y que aparezca alguien casi que con afro y te ponga toda su pelo en la cara? Es lo peor. El otro día, iba aplastada como siempre y se subió una niña alta con un pelo crespo y frondoso -cual bosque milenario- que le llegaba a la cintura. Se plantó frente a mí y de pronto sus rulos estaban en toda mi cara.
Para más remate, ella ni si quiera se inmutaba, al parecer no estaba consciente del volumen de su peinado y se tomaba el pelo, lo acomodaba en su espalda, lo enrollaba, se hacía un moño y se lo soltaba, como si estuviera sola en el vagón.
Si hay algo que odio con todo mi corazón es a las "champonas desconsideradas". Sorry chiquillas, pero a las 8:30 de la mañana el nivel de tolerancia digamos que no es de lo mejor. Nadie les dice que se lo corten, obvio que cada una puede tener el estilo que quiera, de hecho envidio a las rulientas (mi pelo es liso como una tabla). Por eso, me tomaré la libertad de hacer un llamado: Nenas, no cuesta nada fijarnos en quienes van a nuestro lado, uno ya va con bastante sueño y no es la idea empezar el día con mala onda. Menos comiendo pelo ajeno.