A todas nos ha pasado – y quizás más de alguna vez- que hemos despertado con la peor caña de todas: la moral, aparte por supuesto del dolor de cabeza, de guata y la mítica sed que provoca el alcohol al día siguiente.
Cómo defino yo la caña moral, como la peor de las vergüenzas mezclada con la sensación de arrepentimiento extremo.
Igual podemos tener diferentes tipos de caña moral. La primera es esa que te da porque apagaste tele y no te acuerdas de nada. No sabes a quién le diste jugo, ni qué cosas dijiste, y cuando te empiezan a contar las ridiculeces que hiciste, en vez de reírte, te empieza a dar una vergüenza enorme, onda trágame tierra. Y no quieres que nunca más, aunque hayan pasado años, alguien te lo recuerde.
También puede ser esa caña moral porque estuviste coqueteando con otro mino – debido a que el alcohol te liberó las feromonas- cuando tu pololo estaba estudiando en su casa. O en caso de que seas soltera, porque te fuiste a la casa de un mino equis; y en el peor de los casos, despertaste a su lado y sin ropa! Qué plancha!
Como que estas situaciones, siempre nos llevan a decir, pucha no voy a volver a tomar, o en su defecto, no voy a volver a tomar TANTO. Pero al final, la caña moral es casi tan reincidente como el ex pololo… o no??