Siempre supe que me iba a gustar y siempre supe que iba a ser bueno, pero Thomas Mars y compañía superaron mis expectativas con creces. Empezamos y terminamos en el cielo, con el Caupolicán lleno, gritando, bailando, transpirando. Después de esperar impacientes casi una hora, suenan los primeros acordes de "Lisztomania", mis franceses favoritos salen al escenario y les perdono la demora altiro. Thomas sale con la misma camisa celeste que usa en todos sus shows y mis pulmones se ponen al trabajar a máximo, no puedo evitar ponerme a gritar desenfrenadamente como una groupie. Es que la emoción es mucha.
Phoenix suena aún mejor en vivo. Los músicos, la iluminación y la buena onda se conjugan perfectamente para lograr que todos nos volvamos locos. El escenario es simple, la puesta en escena es piola, pero el show es magnífico. Phoenix sabe que no necesita nada más que componer buenas canciones para brillar y hacer que nos movamos al ritmo de lo mejor del pop francés. El segundo protagonista, sin duda, fue Thomas Hedlund, el baterista invitado, que tocó los tambores con una energía impresionante y contagiosa que parece que transformaba cada hit en uno más poderoso.
Cuando pienso en los peacks de la noche, la verdad se me viene a la mente el concierto entero. Cada tema era un peack por sí solo, desde el principio. Aunque podría destacar el final extendido de “Run Run Run”, porqué sentí como vibraba el teatro, literalmente, y las versiones acústicas de “Big Sun” y “Armistice” que fueron lo máximo.
Lo mejor es que Thomas estaba feliz, se sorprendió de que cantáramos con él y nos agradeció por sabernos las letras. Se emocionó con los aplausos y dejó que algunos suertudos lo tocaran todo lo que quisieran. Incluso hacía cosas tiernas, como cuando antes de “Lasso” cuenta “un, deux… un, deux, trois”, para derretirse.
Phoenix tocó todas las canciones que tenía que tocar. Sentí que no faltó absolutamente nada, aunque cuando dijeron “esta es la última canción” me quería morir, no era posible que aún no sonara “If I ever Feel Better” o “1901”, pero no nos decepcionaron. Volvieron y nos regalaron un cover de “Playground Love” de Air, las canciones que nos debían y Mars dijo “Chile, this is it”. Aplaudimos lo más que pudimos y nos fuimos con el corazón hinchado y una sonrisa que no me borrará nadie en semanas.