El tiempo pasa muy rápido entre el trabajo y el día a día, pero siempre cuando algo fue importante para nuestras vidas, queda rebotando en la cabeza hasta que finalmente se extingue.
Algunos, le llaman extrañar, yo no sé lo que es, pero está. Algunos días esos pensamientos se apoderan más de nosotros y los manifestamos en un estado de ánimo triste y melancólico. Descubrí hace poco, que cuando se quiere mucho, pasa esto.
No estoy hablando solamente de amor de pareja, si no, del que sea. De ese sentimiento tan grande, que punza hasta las muelas cuando repasas los momentos con esa persona. Me he pillado contando las manchitas de su piel, amando la mueca de la sonrisa y anhelando el olor que salía al correrse el pelo de la frente.
Duele no poder tenerlo, que esté lejos. No poder estar a su lado cuando tanto lo querías. Extrañar es confirmar, cuán importante fue esa persona en nuestras vidas, corroborar que la modificaba, que la hacía, de una forma u otra, hermosa.
Es unir cada pedacito de felicidad y seguir imaginando nuestro mejor encuentro. Hay seres que se ganan esta sensación. Extraño al que por desgracia falta y me hacía tanto bien. A un año de la muerte de mi único abuelo, echo de menos no tenerlo cerca y aún siento todos los días la picazón de sus bigotes.