Mis últimas dos relaciones han terminado comenzando el verano, fue así como le agarré un cierto odio a esta época del año.
Para todo el mundo el sol es sinónimo de felicidad, vacaciones y amor. Para mí ha sido de sufrimiento y pensar que la raza humana es malvada. ¡Malditos ex pololos!
Es así que mis vacaciones las prefiero tomar en cualquier otra época del año y en enero, febrero y marzo me dedico a trabajar. El ambiente en la oficina es más relajado porque los demás están de vacaciones, el metro está vacío porque los estudiantes andan veraneando y Santiago, ciudad que normalmente es colapsante, está linda como nunca.
Así que maldigo a todos mis ex pololos por hacer que odie esta época del año porque inevitablemente me acuerdo de lo desdichada que fui, pero a la vez, les agradezco porque aprendí a disfrutar en solitario de las bondades que posee el calor infernal de la capital.
(foto vía hixaga)