Nunca he sido muy polola ni de andar en citas con el primero que me invite a salir. Pero siempre ha estado en mi vida algún buen hombre que por más que me trata de conquistar… nada! No hay forma que logre gustarme.
Hace un par de años atrás conocí a un hombre 10: de esos que cualquier mina estaría feliz de tener al lado. Buena pinta, simpático, encantador y tierno. Pero obvio que cuando llegó a mi vida había un don nadie que me tenía loca. Por más que traté de mirarlo con otros ojos y sabiendo sus intenciones, no hubo caso que me gustara. Y a pesar que acepté todas sus invitaciones, hablaba mucho con él, pasábamos tiempo juntos... nunca sentí las maripositas en la guata.
Y lo he conversado con muchas mujeres que les pasa lo mismo. Saben que está ese hombre que no te llevará a nada, que aunque cueste reconocerlo tienes clarísimo que no es un aporte en tu vida, pero te encanta. Y ese príncipe sacado de película, el que está siempre ahí, esperando una mínima señal de amor, termina cambiándote por otra.
Recién ahí, es cuando te das cuenta de lo que te perdiste.