Por: Chiqui
Creo totalmente en esta frase. Desde que era una chica, le cortaba el pelo a mis Barbies; y después lloraba porque no podía volver a peinárselo. Así aprendí de a poco a valorar todo lo que tengo; pero OMG! Cómo les cuesta tanto a algunas personas entender esto, en especial a aquellos hombres que se pierden minas tan regias como yo (un llamado al ego, nunca es malo).
Mi relación terminó hace más o menos 8 meses. (La historia se las cuento en otra ocasión, así es más emocionante, estilo “Starwars”). La cosa es que este mino muy patúdamente me volvió a buscar a los dos meses; y, como yo me sentía madura y fuerte, obvio que hablé con él y hasta acepté varias de sus invitaciones a comer; todo muy en “buena onda”. Hasta que un día me la lanza: “Me la voy a jugar por ti, eres el amor de mi vida” (nuevamente OMG!); y yo en mute total, no sabía qué responder. Él entonces, como buen hombre que no es capaz de descifrar la letra chica de la mujer, asumió que lo acepté de vuelta, pero no, en verdad no.
Lo quiero mucho, no lo niego. Con él viví una de las experiencias más fuertes de mi vida, y lo perdoné; pero no lo puedo ver más que como un amigo. He intentado decírselo muchas veces, pero su cara de “gato con botas de Sherk” me mata. Lo que siempre me pregunto luego de que me llena de piropos, te quieros y mucho amor, es ¿por qué no me valoró cuando yo daba mi vida por él? En fin, son como esos misterios sin resolver, y tampoco me las daré de detective.