Cuando estamos solteras y decidimos tomarnos vacaciones, lo primero que pensamos es en lo MAL que nos podemos portar. ¿Por qué? No debemos rendirle cuentas ni explicaciones a nadie. Podemos tomar todo lo que queramos, carretear hasta las 10 de la mañana; y lo mejor de todo, coquetear con quién se nos dé la gana; la cosa es divertirse.
Hay que reconocerlo, de todas maneras nos ponemos más “frescas” durante el verano en soltería; y nos dejamos llevar completamente por la filosofía de “what happens in…stays in…”
La cosa es que entre tanto coqueteo, generalmente terminamos “engachadas” de un mino. Nos gusta, lo pasamos bien con él. No nos proyectamos, pero mientras duren nuestras vacaciones esa relación de amigos por el día y pololos por la noche resulta perfecta… o no?
Algunas veces, después que se acaban las vacaciones, esa persona queda dando vueltas en nuestra cabeza. Entonces, la duda es… ¿qué se hace con el amor de verano? ¿Se olvida? ¿Se recuerda como una aventura entretenida? ¿O se trata de seguir en contacto para ver si quizá resulta algo más?
¿Cuál es tu experiencia?