El otro día empecé a ordenar el closet de mi pieza y encontré muchos cuadernos de la U y el colegio. Y de aburrida, los miré un rato para ver qué tenían y acordarme de los ramos. Pero lo más entretenido fue ver las tonteras y conversaciones que habían al final de cada uno de esos cuadernos.
No sé si también les pasaba lo mismo, pero entre tanta lata que tenía en clases empezaba a rayar tonteras al final. Lo más típico era hacer juegos de amor… OBVIO! Y curiosamente, siempre salía que ese joven era el amor de mi vida, mi príncipe azul y que estaríamos juntos por siempre.
También encontré varias páginas completas del maravilloso juego colegial Bachilllerato. Y pensándolo bien, es uno de los mejores de la vida. Siempre me retaban en clases por gritar “STOP!”.
Ya más grande en la U, seguí con mi pequeña tradición. Pero ahora cambió el contenido y eran conversaciones eternas con mi amiga que se sentaba al lado. Pelábamos al profe, a los compañeros y hablábamos de cosas de la vida. Y a veces, jugábamos el mítico “colgado”.
La vergüenza la pasaba cuando me pedían el cuaderno y se me olvidaba sacar las últimas hojas! Igual me molestaban algunos compañeros, pero quedaba ahí no más la gracia.
Fue entretenido encontrar esos recuerdos porque me hizo retroceder a mi adolescencia.