Removiendo las capas del pasado en mi cabeza y rescatando las razones de cada relación en la que he estado, he llegado a la siguiente conclusión: el físico no ha sido primordial a la hora de que alguien me llamé la atención, el contenido que prima en su mente a veces le ha ganado a la apariencia.
He podido encontrar a una persona no muy agraciada en un primer encuentro, pero comenzamos a conversar y si el intercambio fluye en el sentido de la infinitud, ahí es cuando sé que este nuevo individuo me podría comenzar a gustar.
Creo que nunca he estado con una persona que se aleje demasiado de mis gustos físicos ni intelectuales. Por eso pienso que hasta el momento he sido afortunada. A mi amiga Romina siempre le tiraba más la parte física que la intelectual, hasta que conoció a Valentín.
Al principio no le daba demasiada bola porque no era el tipo de mino que a ella le gustan. Tenía un poco de panza, era de su mismo porte, y esas cosas a ella no la motivaban mucho. Pero Valentín, como hombre de alma antigua, la invitaba a comer, a escuchar música, a pasear por ciertos barrios, a ver películas, y cuando hablaban por teléfono no cortaban hasta 2 horas después.
Romina cedió y entendió que le gustaba a pesar de no ser de su tipo físicamente hablando. Y al parecer esto ya pasó a segundo plano porque yo la veo feliz.
¿Y tú puedes dejar el físico de lado?
(foto vía http://www.flickr.com/photos/camdiluv/)