Cuando terminamos una relación duradera, es lógico que nuestra pieza esté llena de cosas que él nos regaló; además de fotografías que nosotras mismas hemos ido poniendo a lo largo de los años: vacaciones, conciertos, cumpleaños y una larga lista de etcéteras.
Devolver todas esas cosas es último de rasca, además de esa forma lo único que haces es demostrarle que aún estás enganchada. Por eso, para no sufrir, y cada vez que entres a tu pieza te lluevan los recuerdos, lo mejor es sacar todo de una vez, como terapia de sanación.
Sí, es verdad, a veces las cosas que nos regaló son útiles; incluso puede ser que él haya sido el responsable de nuestro abrigo o jeans favorito, decisión por lo tanto doblemente difícil. Pero, por otro lado, qué lata pensar en él cada vez que usemos esa prenda. De repente, es hasta medio masoquista.
Dejar esos recuerdos es también poco confiable a la hora de empezar otra relación; tu nueva pareja se puede pasar el rollo de que todavía estás enamorada o que por lo menos sientes algo por tu ex, o si no…para qué guardar las cosas que te regaló?
Así que, por cualquier lado que se mire, lo mejor es deshacerse de todo. Botarlo, regalarlo, o ya en último caso, si te da demasiada pena, guardarlo en el fondo del closet, en un lugar estratégico, que quizás encuentres varios años después, cuando ya lo tengas 100% superado.