Lo primero que nos fijamos cuando conocemos a alguien es en su facha: sus ojos, su pelo, su estatura; en el fondo que el complemento de hombre que nos pusieron al frente sea lo suficientemente atractivo para nuestro gusto.
Pero, muchas veces, pasamos por alto un importantísimo detalle: su ropa. La primera vez puede hasta pasar piola, pero cuando ya estamos comprometidas en una relación y lo empezamos a ver más seguido, comenzamos a fijarnos en qué es lo que tiene puesto.
Hay varios hombres que repiten siempre el mismo outfit, cosa que no me desagradada profundamente. Hay otros que se quedaron pegados en la adolescencia y siguen usando pantalones dos tallas más grandes. También están los minos que usan zapatos. Los pernos, que no saben cómo usar una camisa con estilo. Los que agarran lo primero que encontraron, onda pantalones cuadrillé y chaleco con rayas. O los que tratan de verse chic y se atreven con pitillos de colores fuertes, lo que hace que dudemos de su sexualidad.
Cualquiera sea el caso, cuando ya estás enganchada, el panorama se ve complejo.
¿Qué hacer? Puedes darle consejos de lo que debe usar o derechamente acompañarlo a comprarse ropa. Pero, igual es mala onda, quizás se pueda sentir mal. En todo caso, sutiles y esporádicas sugerencias, no le hacen mal a nadie.