Regularmente nos tomamos vacaciones en enero o febrero. Pero, si lo pensamos bien, el verano no es la peor época para quedarse trabajando, de hecho, todo lo contrario. Los panoramas son muchos más y las ganas de hacerlos mucho mayores.
Podemos pasar el fin de semana en la playa, tardes enteras en la piscina con nuestras amigas mientras tomamos traguitos frutales. Disfrutar de la mítica temporada de terrazas, happy hour todos los días con un clima agradable.
Este año lo hice al revés. En una semana más me voy a cruzar la línea del Ecuador, para llegar a la tropical playa de Bayahibe y no puedo estar más feliz.
Me voy a escapar del frío para pasar días enteros transpirando de calor. Voy a llegar renovada, en una época en que todos están cansados y decaídos por tanto virus que anda dando vuelta. Mi piel va a estar tostadita, mientras mis amigas cada día más paliduchas. Volveré con esa pizca de verano que me hace falta para llegar hasta fin de año, mientras todos acá añoran por que vuelva a salir el sol. Qué mejor!
Así que ya saben. Para las próximas vacaciones piensen mejor en qué época del año deberían tomárselas.