Foto vía .reid.
Cuando voy por la calle y encuentro un famoso: me emociono. No lo saludo, no le pido un autógrafo ni mucho menos, pero como que mis sensores se encienden y trato de disimularlo mirando para cualquier otro lado.
No me gusta que los famosos se den cuenta de que los estoy mirando. Me imagino que les pasa muy seguido que la gente los mira en la calle. Por eso, me hago la que no sé de dónde salieron.
Sin embargo, a veces me pasa que voy caminando y veo a un tipo y pienso “¿de dónde conozco a este gallo?” y lo quedo mirando fijo. Hasta que me doy cuenta que es de la tele y me da rabia haberlo mirado; y más rabia me da haber pensado que lo conocía de otra parte, no sé, del colegio o colega de mi mamá. Cómo tan pava.
Para peor, mi cuñado está metido en la volá del teatro y conoce a mucha gente que sale en teleseries y películas. Entonces, cuando voy a su casa y está con sus amigos famosillos, me tengo que hacer la indiferente, aunque por dentro sepa que esa gente es importante porque sale en la tele. Es tremendo.
Muy en el fondo de mí, me da lata que la televisión me haya afectado tanto. Trato de actuar como una persona normal, pero no puedo. La tele me lavó el cerebro y cada vez que veo a alguien que salió en su pantalla, siento algo parecido a la emoción.
¿No les pasa? Por favor díganme que sí. Tengo miedo y vergüenza de estar sola en esto.