Foto vía Horia Varlan
Tenía como doce años y me juraba "grande". Ya no quería jugar con Barbies, quería jugar con Ken de verdad. En mi volá de creerme adulta, me di cuenta de que las mujeres se depilaban las cejas. Es más, tenía una amiga en mi barrio que era muy cejona. Entonces, en un razonamiento que no entiendo hasta hoy, me saqué un montón de pelos, dejándome la escoba, pero jurando que me veía regia. Error.
Yo no soy velluda, mis cejas son muy delgadas, entonces me dejé la reverenda escoba. De a poco caché que la había embarrado y me daba muchísima vergüenza, más cuando mi mamá y mi hermana se dieron cuenta, diciéndome "pero qué te hiciste, te quedaron las dos tremendamente diferentes". Me sentía pésimo.
Para que la gente no se diera cuenta de mi cambio, me dejé chasquilla, para disimular mi Art Attack de peluquería barata. Yo en el fondo me sentía bien, mis recuerdos son de mirarme al espejo y encontrarlas normales y hasta bonitas. Pero, las fotos de la época me demuestran que estaba muy equivocada. Se me veían horrendas, no entiendo qué demonios me pasó.
Después de eso, me las eché a perder y nunca más me crecieron bien. Ahora me salen todas chasconas y feas. O sea, tampoco tenía unas cejas bellas, pobladas, que marcaran la forma de mi rostro. Pero eran unas cejas piola. Fue más que un error de "juventud", una de las mayores tonteras que he hecho en mi vida.
Obvio que hasta el día de hoy me arrepiento. Desearía mucho no haberlo hecho. Por eso, tengo amenazada de muerte a mi hermana chica para que no haga lo mismo. La quiero prevenir de un gran error de juventud.