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Si hay algo que no se borra nunca, nunca, nunca en tu vida, es un tatuaje. Hay que pensarlo muy bien antes de intervenir, porque al hacerlo como locura adolescente o de borracho parrandeando en Las Vegas las consecuencias pueden ser desastrosas.
Hay diferentes motivos por los que tu tatuaje puede ser horrible: a) el tatuador no supo interpretar tu diseño (y en vez de Camila Vallejo, te quedó algo como esto), b) tu tatuaje fue de mala calidad y con el tiempo se puso de un verde asqueroso o c) el diseño que escogiste siempre fue un asco.
Independientemente de las razones, ya nada sirve llorar sobre la leche derramada. Este post es un llamado a la conciencia: chicas, antes de plasmar algo en su piel, estén seguras de lo que hacen, porque la tinta del tatuaje las acompañará durante toda su estadía en La Tierra. No les vaya a pasar como los ejemplos que les seleccioné.
Si quieren recoger otras malas experiencias, visiten los sitios que les dejo aquí y acá.