Kenita Larraín escribe con la pantalla apagada, quizá eso explica lo vacío de su columna en La Estrella de Valparaíso. Nunca la había leído y poco he seguido los detalles de su vida farandulera, pero a propósito del bullying masivo en su contra y sobre su texto, quiero plantear dos temas.
1.- Ser maraca: lo digo así, con todas sus letras. En este país cartucho, cualquier mujer promiscua es maraca. Los hombres que son activos sexualmente con muchas mujeres son campeones. Ese imaginario es de los más arraigados en Chile y es machista de parte de los hombres y de las mujeres que lo profesan. No quiero hacer una defensa a Kenita, que no la conozco y sólo sé de ella que canta y escribe pésimo, pero por favor, no caigamos en ese atrincheramiento y lugar común.
Éste es el típico caso donde las mujeres son definidas según su comportamiento con los hombres. Y es tan doble estándar. A todo el mundo le gusta el sexo, ¿por qué salen con frases como "le gusta poco" con un tono de ofensa canuto? Ser buena para la cama no es ningún crimen. Es más, está comprobado que la frustración sexual provoca múltiples trastornos. De ahí la histeria. Bien por ti Kenita si eres sana y buena para follar, vivirás muchos años.
2.- Feliz en función de él: aquí sí va mi crítica. Me cuesta esbozar una defensa hacia una mujer apabullada en todos lados cuando leo lo que hay dentro de su cabeza. Me da pena y lástima, porque Kenita es víctima del machismo visceral chileno, pero también es una intensa militante de él. O sea, si tiene una tribuna en un diario medianamente masivo y sale con un texto que define la felicidad en función de que Luis Miguel te pesque, me parece patético.
Entonces veo a Kenita como víctima y victimaria de una misma génesis: el apedreo a las mujerzuelas. La sociedad tira la primera piedra en su contra, porque se supone que le pagan por sexo, porque dejó a Zamorano, porque se revolcó con el Chino Ríos. Pero ella misma se entierra en una caverna y se caricaturiza al plantear que la felicidad de una mujer sólo se alcanza al ser poseída por un hombre, por un Príncipe Disney.
Así, Kenita, no te puedo defender, porque le das la razón a tus atacadores, porque tienes la cabeza llena de pajaritos. En todo caso, sé que tu pega no es ser brillante, sino tener el culo parado y así es obvio que hagas puras estupideces. Y lo entiendo, pero no vuelvas a salir llorando en la tele, quejándote de nada, porque al leerte hoy entendí que el repudio te lo has ganado con justicia.