Típico, tu polola/mujer/señora/pierna no encuentra nada que ponerse en esas 3 hileras de ropa que tiene y decide arbitrariamente que el panorama será ir a comprarse ropa. Y uno, con los zapatos con más eventos que las calles de Santiago, le hace caso y va de lo más feliz al mall, sin saber lo que le espera.
Llegas tempranito y relajado. Entran, ella vitrinea en tiendas chicas sin encontrar nada que le guste, por lo que decide entrar a una de las tiendas de Retail. De repente, se encuentra con un 60% de descuento en chalecos, la situación de calma termina, comienza a buscar como desaforada los que les gustan y a tirártelos encima para probárselos después, convirtiéndote en un perchero humano. Y, por si ya fuera poco, recorre el piso de ropa femenina entero y te sigue bombardeando. Chalecos, parkas, blazers, blusas, pantalones, ¡hasta sostenes!
Después de perseguirla por todos lados, convertido en una masa de ropa, decide empezar a probarse y, como todos sabemos, sólo la dejan entrar con 3 cosas a la vez, mientras tú tienes que quedarte afuera del probador, esperándola para pasarle más. Sale cada 10 minutos a preguntarte si se ve gorda y no sabes qué responder, si le dices que sí, se enojará porque eres honesto, si le dices que no, se enojará porque le estás mintiendo ¡Quién las entiende! Después del desfile de modas sale enojada porque "todo le quedaba mal", te reta porque eres poco motivante y no la ayudas a encontrar ropa linda (cabe destacar que eso es difícil para nosotros, porque con suerte reconocemos los colores primarios). Sale indignada de la tienda y sin haber comprado absolutamente nada.
Tu cara empieza a cambiar, te sientes como cabro chico en cumpleaños de vieja (de esos que en vez de dulces tienen ciruelas y pasas), lo único que quieres hacer es sentarte, pero no, ahora van de camino a la tienda gigante que le hacen promoción en la tele. Aunque esta vez te sientes más preparado. Sabes que tienes que dejar un brazo libre para jugar en el celular y ubicar el nunca bien valorado “asiento del marido”.
Antes de continuar, hay que rendirle homenaje al tipo visionario que decidió poner un asiento para que nosotros, los hombres, nos sentáramos cuando nuestra pareja estuviera comprando. En serio, ¡a ese tipo deberíamos hacerle un monumento! Turnarnos para pasearle a los perros, cargarle la BIP, tejerle un chaleco, cortarle la barba, hacerle un asado, entre muchas otras cosas.
Llegas a otra tienda gigante, una en la que sale una mina del matinal y ahora no son chalecos ni botas, son pantalones 2x1. Uno ya chato, con una cara más enojada que la del Grumpy Cat, se pone en posición de rugbista para comenzar a recibir las avalanchas de prendas que le caerán encima, sin embargo, la cosa cambia. Tu mina, después de asumir tu depresión y ver que en cualquier momento caes en el suicidio te pregunta si quieres cambiar tus zapatos más perforados que cabro chico hardcore y tú, amablemente le dices que te acompañe. Así que, feliz miras un par de zapatos de la misma marca, forma, textura y color de los que se te rompieron, te los compras y se van para la casa.
Para ir cerrando, acompañar a la mina a comprar siempre es entretenido si sabes qué cosas decirle (debería ser un ramo más en las universidades). Pero para que no la embarres, como le pasa al 99,9% de los hombres, te dejo una lista de frases que JAMÁS, pero jamás debes decirle a tu pareja a la hora de ir a comprar ropa con ella.
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Ese vestido no te hace ver gorda
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Cada día te pareces más a una cortina de baño
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Ese vestido te hace ver gorda
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Pero si tienes la misma chaqueta en la casa
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¿Tanto color por un par de calcetines?
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Pero si todo te queda bien
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¿Estás segura que eso no es un mantel?
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A la modelo le queda mejor
¡Suerte muchachos en la Odisea! Y mujeres, piensen en nosotros y siempre vayan a una tienda con “asiento del marido”, en serio, se los agradeceremos.