Hace algunas semanas todos nos sorprendimos con la noticia: Nigella Lawson , famosa chef y periodista británica, fue agredida en público por su marido , el coleccionista de arte y multimillonario, Charles Saatchi. La escena, que fue fotografiada, se dejó ver a las afueras de un exclusivo restaurant del barrio Mayfair en Londres. En la imagen se ve cómo el marido de Nigella presiona de su cuello, como si la ahorcara.
Ante esto, Saatchi no tardó en aceptar públicamente, en la columna que escribe, la agresión, enfatizando que se debió a una discusión y que lo de las manos en el cuello fue casi como una humorada. Más allá de lo famosilla de la pareja en cuestión, es necesario cuestionarnos qué entendemos como agresión o violencia. Muchas veces este tipo de dinámicas se normalizan en las relaciones, desencadenando cada vez más actitudes violentas, poco sanas para cualquiera de los involucrados.
Porque la violencia no sólo recae en manos de los hombres, sino también en la de mujeres que ejercen tanto violencia física, como emocional y psicológica.
De hecho, existen casos de relaciones tan enfermizas, donde la mujer disfruta y se siente cómoda con la posición de víctima.
Todo acto de violencia en una relación, donde la base debe ser el respeto y el cariño, debe ser condenada, sea de parte de cualquiera de los involucrados, y sea hombre o mujer, famoso, multimillonario o “simple mortal”.
Seamos capaces de construir relaciones donde prime el compañerismo, la empatía y el diálogo.
Sin duda que el hecho de hacerlo, logra generar un pequeño cambio en este mundo donde nos vemos envueltos en relaciones de poder –que también se llevan a las relaciones de pareja-, de competencia, violencia e individualismo.