“Mientras uno más gana, más gasta”. Es una reflexión que mi pololo suele repetir, pero ¡qué cierta es! Recuerdo aquellos tiempos en que me inicié en el mundo laboral como part-time, ganando menos del mínimo y ¡qué curioso!, alcanzaba perfecto para cubrir mis entonces paupérrimos gastos. Hoy no comprendo cómo (habiendo multiplicado la cifra) el dinero escurre entre mis dedos como si fuese agua.
La mayor parte de la fuerza laboral debe lidiar con: cuentas, educación, consumo y algunas auto regalías (es justo destinar una porción del sueldo para una misma). Sin embargo, no siempre alcanza y llegamos a fin de mes hurgando los bolsillos de las chaquetas viejas, esperando un milagro o un acto de magia.
Varias personas que conozco se han visto en este tipo de apuros alguna vez, sin embargo, algunas fueron capaces de resolverlos con admirable creatividad. ¿Cómo? Echando mano a sus talentos, lograron emprender un negocio paralelo a su ocupación principal. Y la mayoría lo hizo de manera exitosa.
Por ejemplo. Hace un tiempo conocí a una instructora de danza árabe. Su historia era muy particular: siempre le gustó mucho la danza y luego de una decepción amorosa decidió inscribirse en un taller que impartía esta disciplina. Se perfeccionó y perseveró todo lo que pudo, claro, su talento natural era innegable, hasta que terminó ella misma impartiendo clases en paralelo a su profesión de ingeniera informática. Todo esto con tanto éxito, que terminó instalando su propia escuela de baile.
En esas mismas clases de danza árabe conocí a otra que persona tenía notables habilidades manuales. Tanto así que confeccionaba sus propios trajes, con preciosos bordados de lentejuelas y telas bellísimas. Causaba sensación entre las alumnas. Así que empezó su propio negocio de ropa árabe exclusiva, mientras mantenía su trabajo formal de oficina.
Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos que conozco. Tiempo atrás ingresé en el mundo de la venta por catálogo, como complemento a mi trabajo. Las limitaciones de tiempo me impidieron disponer entonces de una clientela amplia, sin embargo, conocí consultoras que se daban el tiempo de recorrer – maletín en mano - ¡todas las oficinas del centro! Coleccionaban clientas con enorme facilidad. Llevaban un nutrido stock de productos para venta inmediata y también muchos catálogos, para encargo. Una de ellas tenía excelente mano para la cocina, y solía deleitarnos en las reuniones con exquisitos manjares. Fue así que, entre sus redes de contacto, comenzaron a surgir diversos pedidos de pasteles y otras masas riquísimas.
Personalmente, siempre me ha resultado atractiva la idea de iniciar mi propio negocio. Me quedo en eso, pensando en lo complejo que resulta iniciar actividades como PYME, la personalidad jurídica, entre muchos otros menesteres. Se requiere una importante inyección de capital. No obstante, la práctica demuestra que no es tan así: hay muchos emprendimientos que no requieren más que habilidades personales, pasión y muchas ganas de pasarla bien, al tiempo de generar recursos que engruesen el presupuesto del mes.
Así, estoy viendo la posibilidad de corregir tesis y textos varios en mis tiempos libres. ¡Bonito, económico y desde casa! Sólo basta atreverse y las oportunidades llegaran solas, como en una cadena de eventos afortunados.