Entre mi selección de películas inolvidables no puede faltar “Dirty Dancing”: es la clásica historia de amor entre un chico rudo y seductor – chaqueta de cuero y ropaje negro incluidos – y la heroína ingenua y algo torpe, pero de buen corazón.
La historia transcurre en la Hostería Kellerman, un lugar de ensueño. Este recinto vacacional de lujo dispone de las mayores comodidades y diversión para sus huéspedes, todos miembros de la alta sociedad. Hasta allá llega a veranear Francis Housemann, más conocida como “Baby”: es una chica brillante y muy sensible al dolor ajeno, sólo que algo atolondrada e insegura. Conoce entonces a Johnny Castle (Patrick Swayze), sexy instructor de baile que la cautiva de inmediato.
La mejor amiga de Johnny, Penny (quien además es su pareja de baile), enfrenta por esos días una difícil situación personal y se ve impedida de presentarse junto al galán en un importante club. La falta puede costarles el cargo a ambos. Entonces Baby se ofrece para reemplazar a la bailarina. Para ello deberá aprender a moverse a la perfección, a fin de no levantar sospechas.
El mismo Johnny es el encargado de convertir a Baby en una experta en la danza, proceso en el cual termina enamorándose de la muchacha. Ambos deberán enfrentar los prejuicios del entorno social de la joven y de las amistades del mismo galán. Todo, en medio de ritmos cautivantes y una historia de amor en que la seducción traspasa la pantalla.
Y - ¡para qué estamos con cosas! Se cumple aquel afán sempiterno que tenemos las mujeres: domesticar al “chico malo y salvaje” y convertirlo en un tierno galán. ¡Imperdible!
Para que se entusiasmen aún más en verla, les dejo una parte de la cinta que es ¡un clásico! (alarma de spoiler) Si se motivan en arrendarla o descargarla, se acordarán de mí. ¡No lamentarán la elección!