Hace un tiempo leí en un blog de viajes que “el mundo no es tan malo como nos han querido hacer creer”. Esta frase surge a partir de la experiencia de mujeres y hombres que llevan mucho tiempo recorriéndolo a bajo costo (moviéndose a dedo, durmiendo en casas de familiares o haciendo couchsurfing, almorzando en puestos callejeros, etc). Sí, porque "mochilear" no sólo te permite permanecer más tiempo en los lugares que desees, sino que muchas veces el poder hacerlo dependerá de la amabilidad y buena voluntad de los lugareños, las cuales florecen de manera natural con cada interacción.
Aventurarse a viajar "mochileando" tiene en contra la falta de lujos y comodidades, pero ésta se compensa con el hecho de hacer de tu viaje una experiencia altamente enriquecedora - que va más allá de sólo conocer y “pasarlo bien” -, entregándote una serie de aprendizajes respecto a la cultura y realidad que viven otros, cosa que puede llevarte a cuestionar algunos aspectos de tu propia vida.
Existen muchas mujeres en el mundo mochileando y registran su experiencia en distintos blogs. Algunas son jóvenes y otras no tanto. Todos los testimonios comparten el ser increíbles y muy motivadores.
Para viajar sola es necesario desprenderse de ese miedo que nos lleva a pensar que todos quieren hacernos daño. Desde chicas nos hacen creer que el mundo es un lugar peligroso y siempre puede existir un violador o asesino en serie acechando. Y - de acuerdo a mi propia experiencia y la de otras mochileras - es al contrario: sorprende el hecho de que en el camino siempre encuentras a personas muy bondadosas y amables, dispuestas a compartir en forma desinteresada, sólo a cambio de una sonrisa y una entretenida charla. No quiero decir con esto que no tengas que andar con cuidado; el punto es ser precavida sin llegar a la paranoia, evitando sobre-arriesgarse, estando atenta a lo que sucede alrededor e informándose bien. Teniendo esto en cuenta, se puede disfrutar mucho.
Mochilear ofrece grandes ventajas: una sensación de libertad constante al poder decidir tus horarios, cambiar de planes sin consultar a nadie, decidir tus rutas mientras te haces camino, etc. Al no contar con alguien que conozcas previamente, puedes desconectarte y dejar de hablar sobre tus problemas, dando paso a nuevos temas que ampliarán tu visión de mundo. ¡Te llenas de esperanza al ver que aún existe gente con buenas intenciones! (y aprendes de ellos). Te permites reflexionar sobre ti misma, respecto a lo que quieres de la vida, en un entorno agradable que te llenará de energía. Enfrentas tus miedos y te sorprendes al darte cuenta de que eres capaz de llegar muy lejos, haciendo cosas que jamás imaginaste. En definitiva, te sientes más segura, independiente y responsable, convirtiéndote en alguien más feliz.
Como sugerencia para un viaje de estas características, te recomiendo: buscar un lugar que te permita disfrutar pero que no te obligue a gastar mucho. Averigua el precio de los hostales con piezas compartidas, revisa si tienes algunos kilómetros de aerolínea acumulados por ahí (yo tenía sin saberlo y los pasajes en avión me salieron ¡prácticamente gratis!). Calcula un presupuesto bajo de alimentación, comprando comida para preparar en el super (arroz, conservas, etc) y disponte a trasladarte en micros y buses rurales, olvidándote de los taxis y de tours pagados. Me sorprendió ver que en la misma ciudad que visité, empresas de turismo ofrecían llevarte a los mismos lugares por $25.000 o más, siendo que yo había desembolsado 3 lucas en el mismo itinerario y sin límites horarios. Finalmente, elige viajar en temporada baja.
Si lo han estado pensando, espero que con esto se atrevan y ¡den el paso! ya que sin duda es una experiencia única y maravillosa. ¡Créanme, vale totalmente la pena!
Y bien, ¿se animan?