“¿Qué habría escrito Neruda? ¿Qué habría pintado Picasso?”, así esbozaba Ricardo Arjona en su canción, que con el tiempo se convirtió en un himno para la mujer. Parece ser que ellos no pueden vivir sin nosotras y ¡claro!, es verdad. Somos el “mal necesario” para algunos orgullosos y “una bendición” para los más románticos.
La femineidad nos esclaviza y mata. No podemos tirarnos gases, ni eructos sin ser mal miradas. Somos seres humanos, no princesas de cuentos. Vamos al baño, nos sale pelo, necesitamos una “mano de gato” para andar relucientes durante el día y tenemos nuestras necesidades pasionales.
Quedó atrás el “vivir para servir” y cada vez somos más independientes. A veces, una mascota, es menos problema que un hombre quejón. Ya no hay que aguantar “poncheras” ni calificativos por no tener una pareja estable. Aún no podemos divertirnos libremente, sin tener el estigma de ser una “cualquiera”. Pero, ¿qué más da lo que digan? Somos felices y humanas. Podemos gestar una vida nueve meses, tener múltiples funciones y responsabilidades, y aun así, cumplir con nuestro trabajo.
Ahora bien, ¿qué es lo difícil de ser mujer? A continuación, destaco cuatro pequeñas cosas terribles:
1. Los días “R” Ojalá se tratara de días de rebaja en alguna multitienda, pero no. Son los días en que uno suele estar en guerra con el mundo y cada palabra es más grave. Lloramos más seguido y hasta las crías de un gatito del barrio, nos producen un nudo en la garganta. Tenemos un genio parecido al de un ogro, pero nos volvemos inmensamente regalonas. El chocolate es nuestro principal aliado y es cuando decirnos “gordas”, resulta ser motivo de pena capital.
2. La ida al ginecólogo Si ya es complicado escoger quien será el personaje indicado para ver nuestras partes, la ida es tanto o más traumante. El sólo hecho de que digan “Patricia a Matrón(a)” por alto parlante, es una tortura. Logra que acto seguido, caminando a la consulta, todos te miren con cara de embarazada. ¿Uno no puede ir a controlarse, sin que la proyecten como futura mamá?
3. La depilación “Para ser bella, hay que ver estrellas”, ahora es cuando este dicho se vuelve una inevitable verdad. Es que si no tenemos la suerte y el dinero para poder acceder a un tratamiento láser, asumimos las dolorosas consecuencias. La cera y la máquina de depilar no tienen piedad de nuestras piernas y rebajes. Se sufre pelo por pelo. Si cuando hace calor o vamos a la playa, los hombres solo se ponen su short, nosotras tenemos la “obligación” de quedamos en la madrugada quitando cada uno de los desagradables vellos. Todo sea por vernos bellas.
4. La empleada Todos los trabajos son dignos y con esto, no quiero que se entienda que ser asesora del hogar del hogar es una denominación peyorativa. Cuando se trata de Chile, el machismo está de moda. Parecemos ser las únicas encargadas de sacar la mesa, cocinar y ayudar a los familiares a limpiar. Ser mujer parece ser más un castigo que una virtud a la hora de los quehaceres del hogar. Por el hecho de ser mujer, “debes” ayudar a limpiar la mesa, lavar y cocinar. Como si no trabajáramos claro.
Estamos a años luz de Europa, pero creo en la superación. Espero que pronto podamos tener los mismos sueldos que los hombres, menos modelos anoréxicas y más planes de Isapres sin descuento gigante por estar en edad fértil.
Y tú, ¿con cuál karma te identificas?