por Agatha
Desde niñas nos acostumbramos a ver princesas en castillos que eran rescatadas por hombres encantadores. De adolescentes soñábamos con el chico más “bacán” del colegio y cuando nos miraba nos sonrojábamos. De adultas vemos comedias románticas comiendo un chocolate o un helado gigante y seguimos en la búsqueda del hombre perfecto, ese que es capaz de despertar pasiones (como Christian Grey a Anastasia Steele o como Edward Cullen a Bella Swan).
Leí por ahí que el príncipe azul se destiñe al primer lavado y, habiendo pasado los 30 años, puedo dar fe de esto. Conocí al primer hombre importante en mi vida a los 17 años, el prototipo del chico perfecto: rubio, de ojos verdes, de buena familia y profesional. La pasión se acabó a los 2 años y después ya no me gustaba ni siquiera darle un beso.
Después vinieron unos cuantos andantes: el primo de una amiga (que me subió a su moto a recorrer el Cajón del Maipo), un tipo que conocí en un pub (y que moría de miedo de que alguien le contara a su ex que andaba con otra)… En fin, nada significativo. Luego conocí a aquel que creí era el hombre de mi vida: guapo, alto, moreno, psicólogo. Él me dijo con su voz masculina y sus ojitos café claros: “Lo que busco en una mujer es un complemento” ¡Guauuu! Después, pasaba más tiempo llorando que riendo y seguí así por ¡¡¡¡3 años!!!!, en un ciclo eterno de término y reconciliación. Inserta en la más absoluta dependencia emocional. Tuve que cambiarme de región para poner fin a esa tortura.
Luego, unos cuantos pasteles (como dijo un amigo: “Pon una pastelería” jajaja). Entre ellos, el chico malo: ese que siempre usa lentes oscuros (aunque esté lloviendo), chaqueta de cuero, está lleno de tatuajes, tiene un piercing en la lengua y apaga el teléfono cuando no quiere saber del mundo. Y otros, que gracias a Facebook volví a encontrar después de 15 años y están guatones, reventados, con hijos o separados.
¿Qué queda después de los 30? ¿Seguir buscando al príncipe azul?… Créanme ¡¡¡NO EXISTE!!! Y tampoco soy una princesa que esperará por él virgen hasta el matrimonio…