Hace unos días encontré en mi calle a un muy agradable actor, con quien intercambié unas palabras en lo que fue un simpático momento. El chico era guapo, extremadamente simpático y sencillo. Estrellita para él.
Sin embargo, me quedé pensando, ¿qué hubiese sido de mí si en lugar de él me hubiese topado a mi actor favorito? (quien, dicho sea de paso, es muy cercano suyo). ¿Mi reacción sería igual de digna, amable y relajada? ¿O hubiese actuado como alguna fan loca, tipo Beliebers on fire? Jaja, la idea me da vueltas y me río sola. Quizás hubiera entrado en shock, incapaz de emitir palabra alguna. ¡Y mucho menos de entablar una conversación coherente!
Tiempo atrás fuimos a un “concierto abierto” (de esos que se desarrollaban en el Parque Forestal), donde con mi mejor amiga disfrutamos una magnífica presentación de Lucybell. Ella alucinaba con Claudio Valenzuela. Cuando él bajó del escenario y saludó a sus admiradoras, mi partner no atinó a más que tomar su mano y besarla, mientras lo contemplaba con ojos desorbitados y expresión eufórica. En buenas cuentas, se le apagó la tele. Cuando le conté lo que le había pasado, ¡no me lo podía creer!
No tengo explicación al fenómeno de porqué ciertos personajes que admiramos (famosos y guapos, obvio) son capaces de generar en nosotras reacciones histéricas (que, conforme a los años de cada quien, luchamos por dominar, ¡aunque cuesta!) ¡Claro, son personas, como nosotras! pero nos convierten por arte de magia en adolescentes desenfadadas, aún cuando contengamos eso. Y es cuático, pero divertido.
Bueno, auto-respondiendo a mi pregunta, creo que mi reacción ante mi actor favorito hubiese sido más o menos así:
¿Y ustedes? ¿Cómo se comportarían si se toparan de frente con su famoso “irresistible”?