Como ya les he contado, no soy una fanática de los niños chicos. Pienso que sí me gustaría tener hijos algún día, pero como con mi pareja por fin estamos alcanzando los sueños que teníamos planeados hace años (estudiar más, viajar y disfrutar juntos), tener guagua no es algo que proyecte ni ahora, ni en un futuro cercano. Supongo que esa es la razón por la que no suelo conmoverme mucho cuando veo mi Facebook lleno de ecografías, panzas y fotos de baby showers ajenos; precisamente porque para mí, en este momento, ser madre no es tema. Y supongo también que esa fue la razón por la que me sorprendí tanto cuando mi gran amiga, la que conozco desde los 12 años, me llamó para contarme que está embarazada.
La verdad es que casi me morí. Y no porque crea que es algo terrible para ella, o porque como yo no pienso en tener en hijos crea que ninguna mujer debe tenerlos, sino porque jamás (pero de verdad jamás) pensé que ella iba a ser mamá antes que yo. Tal vez porque yo soy mayor - un poco menos de 2 años, pero igual -, estoy casada y tengo una relación hace mucho, o a causa de que ambas habíamos conversado muchas veces de las ganas que teníamos de viajar y perfeccionarnos profesionalmente. Como sea, lo cierto es que la noticia de su embarazo no pudo dejarme menos que helada.
No obstante, sólo escuchar su voz de emoción, cómo me contaba todos los detalles de cuando supo, además de lo feliz y ansiosa que estaba porque los meses pasaran para recibir a su guagua… me conmovió hasta lo más profundo. Verla tan segura, dispuesta a acomodar sus planes y su vida (incluso mudándose a otra ciudad para estar cerca de su pareja y así preparar la llegada de su hijo), me hizo pensar, y mucho. Quizás sea cierto eso que dicen los “adultos”: nunca se está listo para ser padre o madre, ya que siempre pensarás que podrías estar más maduro o estable económicamente… pero cuando los niños llegan, al final todo cambia; tu hijo se vuelve lo primordial, buscas la manera de adaptarte a sus necesidades, y luego (de alguna forma) la vida se ordena y todo anda bien.
Ver a mi amiga de la infancia con su pancita de embarazo y su sonrisa de primeriza me hizo ver la maternidad de otra forma. No sé si al extremo de querer ponerme en campaña en este momento, pero sí de pensar que los hijos, aún cuando no vengan en el momento esperado, no van a arruinar tus planes, sino a darles otro sentido, quizás más intenso, lindo y maravilloso. ¿No lo creen así?
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