Éramos compañeros de colegio, pasamos años dentro de una misma sala de clases y un grupo de amigos. La verdad, es que a mí siempre me gustó y fui coqueta con él, hasta que al final todo se hizo mutuo.
Un día, estábamos todos reunidos en la casa de mi mejor amiga y pretendíamos ver un partido de la selección chilena. Compramos cosas ricas para comer y cuando ya el partido estaba por comenzar, este hombre que para mí era irresistible se tendió a mi lado para ver el fútbol.
Lo primero fue un abrazo, luego la mano y cuando me levanté a buscar más bebida, sentí que me tomaban de la cintura y me besaban el cuello. Sin importar que hubieran más de 10 personas en la casa, nos besamos por primera vez. Yo sentía que estaba en la luna, que al fin mi sueño se cumplía aunque no entendía muy bien qué pasaba.
Así partió una relación bastante rara: en el colegio era como si nada hubiese pasado. Nuestro trato era idéntico, nos hacíamos las mismas bromas de siempre y todo estaba como antes de ese beso.
Cuando teníamos ganas de estar juntos se nos notaba en la cara. A veces nos veíamos en los recreos, otras nos juntábamos en su casa o en la mía, pero nunca nos dejamos ver en público. Creo que fue por miedo a perder la amistad de tantos años y que el resto de la gente opinara sobre nuestra liberal relación.
Así pasaron meses y vivimos un verano especial: éramos libres, nadie nos presionaba y cuando había que juntarse con el grupo, actuábamos siempre como amigos. Todo genial hasta que volvimos al colegio, a cuarto medio, y llegó una niña nueva a primero... ya saben el final ¡Sí, me lo quitó! el hombre se enamoró y no tuve mucho que hacer más que ver como él era feliz.
Lo comprendí, lo apoyé y nunca más pasó nada entre nosotros. Creo que nuestro fin fue para la licenciatura, cuando nos tocó salir juntos del colegio de la mano.
Hasta el día de hoy hablamos; él está lejos y nunca más nos vimos. Pero yo aún no lo olvido.
Y tú, ¿has vivido una historia similar?
Foto CC vía Flickr