En mi casa me molestan de abuela, fome, vieja y hasta me dicen "Julita", por mi abuelo, que solía tener la misma costumbre. Y es que para mí, unas de las cosas más increíbles que existen en la vida, pese a ser algo simple, es llegar a mi casa y ponerme inmediatamente el pijama.
Después de un día de universidad ajetreado o de un estresante día de trabajo, no me van a decir que no les dan ganas de llegar y ponerse ese cómodo pijama, tras sacarse por fin los zapatos y esos pantalones que aprietan las piernas.
Sé que tal vez es una costumbre algo arranada, pero no me juzguen, es fantástico. Tampoco vayan a creer que es algo que hago todos los días del año, también salgo con mis amigos, pololo y tengo mis panoramas. Es simplemente el hecho de que si llego a casa y no tengo la necesidad de volver a salir de casa, opto por andar liviana y relajada.
Y ustedes ¿me encuentran muy abuela o también aman su pijama? Digan la verdad, ¡tramposillas!
Foto cc vía Flickr