Llegado un punto en nuestras vidas -después de habernos encontrado con tanto pastel junto- sentimos que nuestro corazón está tan dolido y lastimado, que ya no queremos volver a exponerlo nunca más, por lo que la idea de entregarlo nuevamente, queda desechada al instante. Eso, que nos pasa a todos los seres humanos -porque aunque "ellos" parezcan ser siempre los malvados, a veces también sufren- tiene una explicación psicológica.
Porque claro, siempre nos dicen que somos cerradas, desconfiadas y tajantes. Pero ¿cómo no serlo, cuando lo diste todo por una persona, que finalmente no lo supo valorar? Las heridas de un mal amor, son la principal causante de nuestro miedo. La vulnerabilidad, el sentirnos expuestas otra vez, nos impiden poder ver con claridad que - quizá esta vez- tenemos en frente a la persona adecuada.
La psicóloga Ana Garrido Cruz, asegura que esta desconfianza aparece con más fuerza, cuando nos sentimos fracasadas, inseguras y sobre todo, cuando nuestra última relación, nos ha dejado la autoestima por el suelo. "Existe un recuerdo de dolor o frustración que puede producir una especie de desconfianza acerca de uno mismo, tanto en la capacidad de amar, como en la posesión de atributos que lo hagan a uno digno de ser amado".
Pero no siempre nos negamos a una nueva aventura, por la incertidumbre que ésta nos genera. En algunos casos, antes de si quiera darle una sola oportunidad a la otra persona, ya le ponemos fecha de caducidad a la relación o simplemente decimos: "no, ya no creo en el amor". Muchas veces, me escuché decir "yo no creo en los 'para siempre'" ¿Les ha pasado?
Lo extraño de esto es que, según explica psicóloga, no necesariamente estas sensaciones se producen por un tortuoso quiebre anterior, sino que pueden estar relacionadas con la dificultad de amar o de sentirse amada, dentro del entorno socio-afectivo en uno vivió ¿Será tan así? Bueno, claramente uno sabe identificar -o al menos cree poder hacerlo- cuándo hablamos desde el fracaso de una relación amorosa o desde la falta de afectividad en nuestra niñez.
Y esto es importante de aclarar, porque precisamente una de las recomendaciones de la especialista, es poder identificar de dónde nacen nuestros miedos y qué hacer para tratarlos. Debemos tomar en cuenta, que el enfrentarse a una nueva relación siempre será un verdadero desafío y que el amar a otro, “se relaciona con la armonía consigo mismo, con el ser capaz o el estar habilitado para el buen contacto con uno mismo”, explica la psicóloga.
Entonces, para poder empezar a comprender estos miedos, la especialista entrega 7 razones fundamentales por las que -generalmente- nos dan ganas de salir arrancando del temido "nuevo amor":
1. El verdadero amor nos hace sentir vulnerable: Amar de verdad, significa que debemos estar constantemente frente a la otra persona, en la que nos reflejaremos tal como somos y estaremos totalmente expuestas a ella, sin máscaras. Esto da miedo, pero al aceptarlo disminuye su intensidad.
2. Un nuevo amor resucita las heridas del pasado: Puede que esto pase en algunos casos. Pero, también tenemos que darnos la oportunidad de vivir el amor de una manera distinta que -incluso- puede llegar a ser reparadora. Todo depende del grado de evolución que tengamos y cómo se hayan elaborado las experiencias pasadas.
3. El amor desafía una antigua identidad: Si sientes esto, es porque tu actual "identidad" es frágil y en ese caso, el nuevo amor lo estás tomando como un "desafío" relacionado con tus carencias, más que con lo que te sucede realmente con la actual pareja. Es decir, es un miedo personal.
4. Con la verdadera alegría viene el dolor real: Esta razón se da cuando existe una tendencia a polarizar las experiencias, lo que -por supuesto- no ayuda para nada. Para salir de esta creencia, tenemos que aprender a equilibrar y armonizar la coexistencia de las experiencias y los sentimientos positivos y negativos a la vez.
5. El amor es a menudo desigual: Para traspasar este temor, hay que entender que el “ritmo” en que evolucionan los afectos es algo muy personal y subjetivo. Pero no impide que dos personas en una relación, puedan tender a trabajar en la búsqueda de la vivencia de estar "igualados". Ahora, no es justo estar midiendo y comparando a las personas, porque eso causa inseguridad para ambos.
6. Las relaciones pueden romper la conexión familiar: Una relación afectiva y un enamoramiento intenso, pueden incitar un cambio importante en la forma de vida, creencias, hábitos y demás. Y tal vez, este cambio sea poco compatible con el estilo y el aprendizaje que se trae desde el ambiente familiar. Es una disyuntiva que se tiene que resolver, para que no se convierta en un miedo paralizante.
7. El amor suscita temores existenciales: Cuando el amor es genuino, honesto y verdadero te hace enfrentar abiertamente el dilema de la existencia y te preguntarás: quién soy, qué puedo dar en la vida, qué quiero, qué merezco recibir. O sea, cuál es el sentido de tu vida y qué significa para ti estar con esa pareja. Pero no tenemos por qué temerle a esas preguntas; un verdadero enamoramiento implicará un crecimiento "obligado" como persona y el afrontar este tipo de temores, nos hará tener una existencia plena y diferente.
Ahora que has leído las palabras de una experta ¿te sientes un poco más preparada para enfrentar un nuevo amor?
Fuente: Emol
Foto CC vía Camdiluv