Estar en un colegio sólo de mujeres es una experiencia completamente distinta a la de un colegio mixto. No digo que mejor ni peor, tan sólo diferente.
La mayoría de la gente piensa que el ir en un colegio de puras mujeres nos hace ser más señoritas, siempre impecables y no decir garabatos (sobre todo en un colegio como el mío, que era de monjas y en sus comienzos funcionaba como internado). Bueno, les cuento que es todo lo contrario. Al estar con puras mujeres no te das cuenta de lo poco señorita que puedes llegar a ser, porque te da lo mismo: son tus amigas, tus compañeras, no hay nadie a quien quieras impresionar. Nos sentábamos con las patas abiertas y se nos veían los calzones, nos daba lo mismo si el buzo estaba sucio o gastado, nos tirábamos chanchos después de almorzar, no nos lavábamos el pelo todos los días. No digo que fuéramos unos mamarrachos, pero muchas veces nos ganaba el frío o la lata y no nos preocupábamos de nada.
Otra de las cosas típicas de colegio de minas son las peleas. Las mujeres intrínsecamente somos envidiosas, entonces si una es más bonita, flaca o tiene las pechugas perfectas, las demás te odian. Recuerdo muy bien cómo le gritaban a una amiga mía en los recreos que se sacara el confort con que tenía rellenadas las pechugas. Aparte de gritos, te llegaban cartas anónimas con amenazas de que te iban a pegar si no te presentabas atrás del gimnasio a la hora de almuerzo. La época más conflictiva era la "semana del colegio". Como nos juntábamos con un establecimiento de puros hombres, siempre habían atados con esos “minos”, que ni siquiera eran ricos, pero era lo que había. Te dejaban mensajes en los baños o en las mesas del parrón con mensajes tipo “p5t1” y sólo porque el mino que le gustaba a la otra se había fijado en ti.
Bueno, el hecho de no tener relaciones constantes con hombres obviamente que te hace crecer de una manera distinta. Me acuerdo que tenía compañeras que se les hizo duro madurar, decir que alguien “les gustaba” o dar un beso; muchas no lo hicieron hasta cuarto medio. A varias les costaba el hecho de estar con un hombre al lado, tanto así que se volvían locas con cualquier cosa que tuviera pantalones. Cuando un profesor hombre y más o menos joven nos hacía clases, se ponían tontas, les daba vergüenza hacer una disertación o preguntarles algo, se ponían rojas, medias coquetonas e incluso llegaban a pensar que les gustaba en serio.
Para algunas fue más fácil, para otras más difícil, cada una tuvo su rollo diferente. Obvio que encuentro mejor que los niños se relacionen desde chicos con personas del sexo opuesto, pero mi adolescencia fue entretenida, lo pasé la raja en el colegio. Con los pros y los contras de estudiar con puras minas; no cambio mi experiencia por nada.
¿Quién de ustedes fue a un colegio de puras mujeres? ¿Qué otra experiencia recuerdan?
Foto: Original