¡Chocolateeeeeeeesssss!, galletas, pasteles y todo lo dulce que podamos encontrar. ¿Cierto que cuando estamos en “esos días” queremos arrasar con todo lo que vemos en una salida al super? Salir intacta del recinto se convierte en una verdadera travesía.
A veces andamos un poco mal genio y pensamos automáticamente en aquello que nos trae felicidad y nos permite sentirnos mejor. ¡Cosas dulces! Tomamos nuestra cartera y vamos volando a buscar nuestros productos favoritos y deben ser los que a nosotras nos gustan ¡Sí, de la marca y tamaño exactos o podemos enojarnos más aún!
Llevamos el carrito lleno de estas exquisiteces y también de nuestras cosas personales para el periodo. Nos damos cuenta que ya estamos listas para ir a la caja a pagar y ¡nooooooo!, no puede ser: ¡justo aparece el niño que nos gusta, ese que nos quita el sueño, nuestro príncipe azul!
¡Trágame tierra! ¿Dejamos el carro de lado? ¿Devolvemos todo rápidamente y cambiamos los productos? Pero ya nos vio, no queda otra que asumir. Y con nuestra mejor sonrisa lo saludamos, pero con los nervios que nos provoca decimos cualquier cosa que nos deja más en ridículo.
La vergüenza en el supermercado con el chico que nos gusta ¿A quién no le ha pasado algo parecido? Finalmente nos reímos de nosotras, de esas experiencias tan particulares que pasamos y nos hacen disfrutar la vida, sintiéndonos más especiales. Y si, llevábamos todo el carrito con chocolates y cosas personales, pero nos encontramos con ese niño que nos vuela la cabeza. ¡Qué más da, fue lo mejor!
Foto CC vía kirikiri