El papel de la mujer dentro de la sociedad ha ido evolucionando, adquiriendo más protagonismo. La presencia de un hombre en el núcleo familiar ya no es condicionante de una familia bien constituida ni menos es sinónimo de única posibilidad de manutención económica.
De cierta manera las féminas han "tomado el poder" y, si no tienen la suerte de enamorarse de un hombre comprometido con la estabilidad familiar, se hacen cargo de su casa.
Sin duda, se trata de una labor admirable, pero que no deja de tener ciertas consecuencias, sobre todo en la crianza de los hijos.
La madre, quien es el pilar emocional de una familia, comienza a ausentarse y los hijos, a sentir una inestabilidad en su diario vivir.
La mamá ya no está cuando ellos tienen algún dolor, se sienten enfermos o no entienden cómo hacer una tarea, teniendo que convertirse en seres independientes a corta edad.
La psicóloga infanto-juvenil Aída Sepúlveda, explica que los niños sienten el vacío y que si la situación no se lleva correctamente, podría tener consecuencias lamentables: "Si un niño que ha crecido con su madre a su lado a toda hora del día y de pronto ésta se ausenta para salir a trabajar, se puede provocar una confusión considerable en el menor, buscando llenar el vacío con personas poco convenientes para él".
La profesional agrega que si bien la situación puede ser compleja, es posible abordarla de manera favorable para la familia: "la madre que trabaja no debe descuidar a su familia, sobre todo a los hijos más pequeños. Ella debe prestarles atención luego de la jornada laboral y en sus días libres, así ellos sentirán la seguridad de que siguen teniéndola y no necesitarán buscar refugio afuera".
Es así como las mujeres son capaces de sacar adelante a su familia sin necesariamente contar con un hombre que las apoye y las sustente. Es cierto que la familia se puede resentir un poco con esta decisión, pero con ayuda profesional o simplemente con la ternura y sabiduría de mamá, se puede salir adelante.
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