Cuando me enojo, soy cuática. Lo reconozco. A pesar de que eso no pasa mucho, a veces me dejo llevar por mi temperamento y mando todo al carajo, o bien, me “bajoneo” sola, ya que me carga descargarme con el resto cuando me pasa algo, ya que - en lo personal -, me desespera la gente que contesta mal porque sí.
Asumo que soy orgullosa y serlo definitivamente no es una cualidad. Sobretodo cuando peleas con personas que te importan. Igual, la vida me ha enseñado a ser paciente, pero aflora mi genio cuando pasan cosas que no van con mi línea de pensamiento. Tengo dramas con pocas personas y éstos son porque realmente no pude ignorar sus acciones molestas.
Por ejemplo, me carga eso del cinismo: no va conmigo y espero que no sea parte de mi comportamiento nunca. Por eso, admito haber sido un poco injusta al preferir ignorar a quienes no me generan confianza, sin siquiera darles una explicación por mi rechazo. Al extremo que hay gente a la que nunca más le hablé y la borré de mi vida como si fuese nada. ¡Qué feo!
Haciendo un análisis de conciencia, es algo que debiese cambiar, aunque no es fácil. No se trata de llegar un día y decidir que ya no te molestarán más ciertas cosas; implica un proceso. Como he dicho en otras ocasiones, la mente es poderosa y de nosotros depende vivir en armonía. Cuando aprendes a perdonar, amas de verdad.
¿Y tú, qué opinas? ¿te ha pasado algo similar?
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