Cierta vez, en medio de una reunión de la agrupación coral en que mi hijo participa, pidieron a cada uno de los estudiantes señalar su correo electrónico, para así enviarles informaciones. Cuando se lo solicitaron a una de las chicas, avergonzada, dictó algo así como “xikiiithaa_boniiitha”. Debió deletrearlo para darse a entender, mientras reía incómoda.
Recordé entonces que cuando me inicié en el mundo de Internet, confeccioné un correo bastante básico (mi nombre y las iniciales de mis apellidos), pero conforme fui entrando en confianza con la plataforma, modifiqué varias veces mi casilla. Y, por supuesto, producto de mi entonces corta edad, también caí en la tentación de usar “nicks” vergonzosos de dictar.
Algunos de los que recuerdo son: “innuendo.primavera” (por la canción de Queen y mi estación favorita del año, al menos entonces); “killerqueen” (sí, aún soy fan del conjunto británico), y hasta “gatitaflorentina” (sin comentarios). Pasé también por “mibebeabordo”, en la época en que estaba embarazada. En fin, nada que quisieras dictarle a tu jefe de carrera o a un potencial empleador. Mi consuelo es que no era la única. De mis compañeras, recuerdo haber leído mails bastante peculiares, que hablaban de llamas y corazones (no aludiré directamente para “proteger a los involucrados”).
Finalmente - conforme me fui acercando a la treintena e insertando en el mundo del trabajo - quedé en usar siempre mi nombre (o Padme, que se asemeja bastante) / punto / mi apellido. Y es lo mejor. Dictar mi correo ya no me da lata. Pero para llegar a eso, debieron pasar varios años y verguenzas.
Y ustedes, ¿qué rarísimos correos recuerdan haber tenido? ¿Aún conservan alguno?
Foto CC vía Flickr (chilcy)