Créanme que mis padres no saltaron en un pie de la alegría cuando les dije que iba a estudiar periodismo. Aunque nunca me condenaron, era claro que no estaban muy cómodos con la decisión.
No puedo culparlos: los papás quieren asegurarse de que sus hijos tengan lo mejor de todo y que siempre puedan obtener lo que quieran y necesiten. Pero el punto es que, si bien la plata ayuda en muchas cosas vitales, pasarse la vida en algo que no te gusta sólo porque es bien pagado, créanme que no es vivir.
No quiero convertirme en 30 años más en una mujer amargada, preocupada sólo de ganar plata y tratando de cubrir las carencias emocionales con cosas. Hay que tener claro que quien vivirá con esa decisión eres tú, no el resto del mundo y tú debes ser quien valore qué es lo mejor para ti.
Yo sólo puedo hablar de mi experiencia, y si bien es cierto que he tenido nubes negras y el camino sí ha sido más empedrado que otros, no me arrepiento. Sé que soy buena en lo que hago y que con esfuerzo y talento siempre saldré adelante.
Lo que sí te aconsejo es que priorices tu vocación a la plata. Es una decisión valiente, ya que te comprometes a trabajar el doble toda tu vida. Y recordar, por sobre todas las cosas, que la decisión es tuya.
Imagen CC: Giampiero Mariottini