Hoy me desperté nada bien, me sentía extraña. Quiero decir, con una rara sensación en el cuerpo que, aunque no sabría definirla con exactitud, era una mezcla de vibración en la zona frontal de mi cabeza con cansancio; el cuello tenso, adolorido y las piernas débiles. Eso, sumado a que estaba muy sensible a los rayos del sol. Es cierto que cuando recién despiertas, dificilmente lo harás rebosando en energía, pero esto era diferente. Más que una mala noche de sueño o el inicio de un resfrío. Entonces, ¿qué me pasaba?
Comencé a recapitular qué había hecho el día anterior, pero no demoré mucho en recordarlo exactamente (o sea, casi). Despertar en el sillón de un living ajeno con mi mejor amiga al lado tapada pobremente con su chaqueta, sólo decía una cosa: ayer salimos a carretear y tal vez, "se nos pasó la mano".
Tengo unos cuantos episodios en mi cabeza, pequeños flashbacks de lo que sucedió. La mayoría involucra vasos rojos en mi mano y la frase: "al seco". Se me revuelve el estómago de sólo recordar qué tiene mi estómago en ese momento: picoteo, comida rica, jalea en vasito, además de ¡botellas y más botellas! que me habían pasado la cuenta.
Por muy mal que me sienta, tengo que admitir que esto se veía venir. Cuando mi mejor amiga me invitó a despejarme del exceso de trabajo, la presión del supervisor de mi pega y los deberes de mi último año de carrera, no pude decir que no. Soy en extremo responsable, pero esta vez tenía que hacer algo por mí: dejar durmiendo a la vieja que llevo dentro y darle chipe libre a la veinteañera que soy.
Y, ¿saben que sucedió? Lo hice; me solté el cabello, me vestí de reina, me puse tacones, me pinté y era bella. Llegué haciendo alarde de mi presencia, hablé con el resto de las personas como si fuésemos íntimos amigos, bailé más que porotito verde, conocí a muchos hombres (...) simpáticos y entre medio de todo eso me tomé hasta el agua de las flores.
Claramente no pude avanzar en los kilos de deberes que tengo y más claro aún es que tampoco lo haré hoy. Probablemente esto traiga graves consecuencias, las cuales físicamente ya empecé a vivir.
Todo lo que sucedió me hace replantearme cosas tan profundas como la existencia, la ética, la vida, los valores y por sobre todo que: me da lo mismo. Chiquillas, no puedo engañar a nadie; no sé si seguiré desinhibida por el alcohol en la sangre, pero voy a ser honesta: la pasé la raja. Y aunque quedé para la Fox, no puedo dejar de sacar pecho de mi noche de desenfreno (por mucho dolor de cabeza que me quede por delante). Total, lo bailado y gozado no me lo quita nadie.
Imagen CC puuikibeach