por Passhi
Hace un par de días estaba acostada con una de mis mejores amigas, quien conoce gran parte de mi vida. Mirábamos fotos antiguas en Facebook (álbum de mis tiempos de liceo), cuando apareció una de mis antiguas compañeras y le comenté: "Y pensar que dejé de ser amiga de esta tipa por suelta" Entonces ella me miró y respondió: "Ese incómodo momento en el que tu amiga zorra, llama a otra 'zorra'".
En ese instante nos reímos y sólo pasó. Cuando se fue, me quedé pensando en cómo veía mi manera de actuar y qué vi en mi ex compañera para llamarla así. Aunque encontré muchas diferencias, todo convergía en la libertad de ser. Me cuestioné el haberla catalogado con semejante palabrota, me di cuenta del pensamiento machista que tenía entonces y agradecí al cielo por perderlo en el camino.
Seguí analizando y quizás con esto incurrí en algo por lo que muchas mujeres "actuales" protestamos: ¿Por qué tiene que ser un pecado vivir libremente? ¿Por qué tiene que ser moralmente incorrecto hacer con nuestro cuerpo lo que nos plazca? ¿Por qué disfrutar plenamente nuestra vida sexual tiene que significar ser menos que los estándares socialmente aceptados del género?
Personalmente, me siento feliz de la formación que me dio mi mamá desde chica, siempre recalcando que yo era mía, íntegra, que podía ser una mujer en un mundo de hombres, experimentar cuanto quisiera y sentirme libre de hacerlo, mientras tuviera los oídos cerrados ante los juicios que iban a llover. Siempre me dijo que lo único que podía hacerme menos mujer era hablar mal de otra, por tirar a la basura el "manual" de sumisa y devota.
Para terminar la reflexión de esa tarde y después de acabar con el cuarto café, concluí que acabar con el modo convencional de ser una "dama" parte por nosotras. Lo único que debemos hacer por obligación es aceptarnos libres de mente, de cuerpo, de voz, de elegir, etc. Y que el borrar los estigmas nos une como género, mientras avanzamos en nuestros propios derechos.
Imagen CC )ota
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