Cada vez que algún amigo o cercano experimenta un quiebre, somos presa del pánico de que también nos pueda pasar. Así, arremeten en nuestro interior temores como la filofobia, las infidelidades por parte de nuestra pareja o - simplemente - el hecho de que la rutina contamine la relación. ¡Y nos encantaría saber cómo evitarlo!
Pues bien, puedo asegurar que conozco parejas que han dado con la fórmula, sumando años de convivencia, amor y compañerismo. ¿Quieres conocer el secreto o más bien, los pilares del éxito en el amor? Entonces, lee lo siguiente con mucha atención.
1. Comprender que la felicidad y el bienestar dependen de uno mismo. Sucede en todo orden de relaciones: familiares, amistosas o románticas. Uno de los componentes del vínculo tiende a pensar que puede apoyarse en el otro para que éste solucione todos sus problemas y le libere de su críptica visión de la existencia. Ve en su partner una especie de “superhéroe” cuya máxima en la vida es rescatarle de la desgracia. ¡No pues! Es cierto, las parejas son equipos. Se apoyan en los momentos malos y se complementan. Pero en ningún caso uno debe ejercer un rol paterno sobre el otro. ¡Si lo que se busca es un compañero! Debemos comprender las relaciones como la unión de dos seres autónomos - con sus propios deseos y aprensiones, defectos y virtudes - que pretenden recorrer un camino tomados de la mano. ¡No con uno cargando al otro!
Entender lo anterior nos ayudará a no trazar expectativas demasiado altas en otras personas, junto con no convertirnos en una carga para ellos, sino en un ser que sume en sus vidas. ¡Chao con el masoquismo e inmadurez! Seamos compañeros, amantes y amigos. (No hijos ni “pacientes”, que es un rol que - al menos en la pareja - no nos compete)
2. Velar por el bienestar afectivo de ambos. Comúnmente, cuando estamos en pareja, nos preocupamos más del momento en que debamos cumplir con las imposiciones sociales (tales como vivir juntos, el matrimonio o los hijos) que de conocernos íntimamente para comenzar el proyecto común. No nos detenemos a pensar en qué es lo que realmente queremos y cómo visualizamos nuestra vida cuando se presenten los problemas de la rutina (léase cuentas, desorden y varias otras joyas de la convivencia). Es vital revisar cómo somos, en qué estamos y hacia dónde vamos, no porque la sociedad nos obligue, sino con el fin último de procurarnos bienestar afectivo y también a la persona que amamos.
¿Cómo se logra? Escuchando, conociendo y atendiendo a los deseos del otro - siempre en concordancia con los propios - , pero dejando el espacio individual correspondiente, para que cada uno vele por su propia realización. En ese contexto, cualquier objetivo que se trace tendrá un muy buen pronóstico.
3. Sacarnos de la cabeza que el amor va unido al dolor. Es un pensamiento que se nos grabó en el disco duro tras décadas de sufridas teleseries mexicanas. Es importante diferenciar realidad y ficción, para así tener en cuenta que quien nos ama de verdad no nos hará sufrir. O sea, chicas, no hay pérfidas mujeres tratando de separarnos de nuestro galán intrigas mediantes. Si él te es infiel o te maltrata, no hay una explicación dramática. Simplemente, no es tu hombre. Ahora, si el problema que te causa dolor se lo provoca también a él - sea por incomunicación o porque el momento es proclive a un eventual quiebre -, conversen. Seguro que ambos anhelan resolver el conflicto y poniendo de su parte ¡se puede!
¿Lista para cultivar una relación de larga data?
Imagen CC Por mi tripa...