Díganme si no es terrible que te guste alguien que no te corresponde. ¡Espantoso! Hasta nos vemos patéticas detrás de alguien a quién ni le importas. Y ojo que esto no sucede sólo cuando somos pequeñas, puede ocurrir en cualquier momento de tu vida. Lamentablemente, el desamor no discrimina edad ni género.
A pesar de lo anterior, siempre existe la esperanza de que esa persona se fije en ti. Aunque, para tu mala suerte, a veces eso ocurre cuando tú ya no estás interesada. Demasiado tarde. ¿Qué haces en ese caso? ¿Estás con él sólo para sacarte las ganas? O ¿sigues a tu corazón y te olvidas del tema?
Esta situación la viví cuando era escolar. Me encantaba un compañero que jugaba a la pelota. En realidad, todas estaban detrás de él, pero yo hacía esfuerzos para quedarme con su atención. Pasé dos largos años intentando atraer sus miradas, pero nada. Ni una sola palabra. Le dejaba cartas, le hacía regalitos o sencillamente me paseaba delante de él con la esperanza de que me viera. Pero todo resultó un fiasco. Jamás me dio indicios de que yo le gustara. Así es que me aburrí y dejé el asunto hasta ahí.
Llegó la fiesta de graduación de cuarto medio. Todos llegaron con sus mejores vestimentas y yo, por supuesto, no me quedé atrás. Ahí estaba él. Siempre lo encontré guapo y se veía muy bien arreglado para la fiesta. Sin embargo, ya no me gustaba: sólo tenía recuerdos de ese amor loco que sentí por él alguna vez. La cena estuvo aburrida, pero la mejor parte llegó cuando pusieron música. ¡Todos a moverse!
Bastó un minuto y salté con mis amigas a la improvisada pista de baile. Íbamos en la segunda canción y él - ¡sí él! - se acercó muy coquetamente a pedirme que bailáramos. Yo, ¡obvio! no me resistí. Hubo química, es verdad, pero yo ya no sentía nada. Él se acercaba tanto a mí, hasta que en un momento me susurró al oído: “Me gustas mucho, te tinca si salimos un rato”. Imagínense todo lo que se me pasó por la cabeza.
A pesar de que él por fin se decidió, yo me di el lujo de responderle que a mí no me gustaba y que le ofrecía sólo mi amistad. ¿Dulce venganza? No sé, pero se siente bien decir que no cuando estuviste algún tiempo casi rogando que te miraran.
¿Te ha pasado alguna vez? ¿Qué harías en una situación similar a la mía?
Imagen CC Carlos de Paz