El mito es el siguiente:"La primera vez nunca se olvida ni tampoco con quien haya sido". Puede ser, pero a veces -como la curiosidad mató al gato- esto mismo nos lleva a tener relaciones sexuales de manera precipitada.
Ese fue mi caso y aunque alguna vez me arrepentí, hoy ya es algo del pasado. Todo fue porque de mi grupo de amigas -teniendo 18 años- yo era la única virgen. Y, mientras ellas hablaban de sus experiencias sexuales, yo poco entendía y cada vez me ponía más curiosa.
Aunque parezca increíble, tenía un andante desde los 16 años. No era algo muy serio y la verdad, no nos llamaba tanto la atención el sexo. Por lo mismo, nunca habíamos pasado ese límite de intimidad, quizás por no saber cómo hacerlo o bien porque ninguno consideraba que el otro era lo suficientemente importante como para dar ese paso.
El hecho es que cuando nos juntábamos con mis amigas, ellas cada vez contaban más nuevas vivencias y yo sentía ganas de experimentar lo mismo que ellas.
Así, un día hablé con mi andante y le expliqué que estaba muy curiosa, por lo que quería que tuviéramos relaciones. Él - un poco dudoso - me dijo que no sabía, que le daba miedo y que antes fuéramos al doctor. Así lo hicimos y nos recomendó algunas cosas por ser la primera vez.
La verdad, es que hasta antes de mi curiosidad, el tema del sexo no estaba entre nuestras prioridades. Es por eso, que puedo decir que esta primera vez no fue todo lo especial que 'debía', ni tampoco tan 'única' como cuenta la leyenda.
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