El sarcasmo es un arma de doble filo si no lo sabes utilizar. Soy sarcástica cuando tengo que serlo y me agrada. Hay momentos en que las situaciones lo ameritan porque no falta el “tarado” que sale con un pastelazo digno de derribar a puras frases armadas de modo inteligente. Por lo general la gente no sabe cómo reaccionar cuando se le habla de esta forma: varias veces me han preguntado si me molestó algo por mi manera de responder. También sucede que no lo comprenden. Lo cierto es que yo, con el tiempo, desarrollé esta habilidad de manera inevitable y ahora sé cuándo puedo usarla.
Cuando conozco gente que actúa así en todo momento, me siento muy a gusto, ya que sé que si digo algo, nadie lo tomará a mal. Más bien se formará un ambiente buena onda, donde el más agudo será el vencedor.
El otro día me topé con un artículo de una de esas revistas freaks, donde un escritor - Dann Scotti -, habla sobre la inteligencia y cómo ésta se liga fuertemente al sarcasmo. “El sarcasmo en su forma más cruda afirma una cosa, mientras realmente implica otra”. Podríamos decir entonces que el sarcasmo y la inteligencia están correlacionados con el intelecto, siendo un proceso de dos etapas en el que se tiene que entender el escenario que nos rodea y las partes que están faltando a su alrededor. Algo así como "una gimnasia mental" del entorno, maquinando una respuesta astuta con el fin de estar un paso adelante y que el resto lo note.
Si hay algo que el sarcasmo me he enseñado es que este tipo de humor ayuda a desarrollar un mayor pensamiento y tolerancia ante las cosas que nos dicen. Cuando eres una persona que entiende y acepta esta característica, logras pensar más allá de lo literal.
Si vemos a la ironía como un nivel de inteligencia y no como una agresión, podremos diferenciar a esta última de la burla, porque cuando caes en ella todo ese humor inteligente cae al suelo para reunirse con la estupidez humana (que aún está muy sobrevalorada).
Y tú, ¿qué opinas de la gente sarcástica?
Imagen CC zaheer12a