Gracias al ritmo de la vida moderno, el “género femenino” ha tenido la posibilidad de crecer y desarrollarse a través de sus empleos. Somos capaces de lidiar con el mundo laboral y hacerle frente, además de sentirnos más independientes y útiles. Pero algunas cosas nunca cambian y el amor sigue siendo un tema relevante para la mayoría de las mujeres.
Sin embargo, existimos algunas que hemos optado por el crecimiento laboral y estamos tan enfocadas en ello, que nos ha traído grandes costos en el aspecto sentimental. La sensación de no depender de nadie, de ser fuerte e independiente y de lograr las cosas por uno misma, no tiene precio. Diría que es adictiva y una vez que la pruebas, quieres más.
El desarrollo profesional requiere de mucho tiempo, ya sea si te dedicas a full a tu trabajo y necesitas más horas en el día o si decides perfeccionarte y seguir estudiando. Los días se te hacen horas y las horas minutos y te preguntas ¿en qué momento podría compartir mi tiempo con otra persona? Si apenas alcanza para ti misma y tu familia.
Más aún, si tu meta es subir peldaños en la escalera del mundo profesional, debes dedicar tiempo, perseverancia y amor a lo que haces. Las exigencias son grandes y si quieres diferenciarte, además de competir codo a codo con tus pares masculinos, es necesario demostrar cuál es el elemento que te hace única.
Suena fácil pero no lo es. Hay que construir, en base a tu desempeño laboral, un perfil que te haga merecedora de nuevas oportunidades y también de la confianza de quienes han trabajado contigo. Y si efectivamente tu meta es no estancarte, sí o sí tienes que priorizar respecto a qué es más importante para ti.
Pero el ser una mujer que tiene como prioridad su ocupación, que se considera fuerte e independiente, no implica que en ocasiones no quiera un compañero de equipo, que esté contigo en la misma cancha y sea quien que te ayude a ejecutar la jugada ganadora. Alguien con quien compartir tu locura, el humor un poco retorcido, los videojuegos, una cerveza y también los gustos en común.
Es parte del orgullo decir “estoy bien así” o “no me interesa el amor”. Lo anterior no es totalmente mentira, porque te sientes ganadora al no depender de nadie, pero hay una parte de ti que sueña con conocer a alguien especial, para quien seas una de las personas más importantes de su mundo.
Lo bueno de enfocarse en la carrera es que dependes de ti misma para progresar y ser feliz (difícilmente te defraudarás en el camino). En cambio, al estar en pareja, expones parte de tu persona, de tus inquietudes, ansiedades y también inseguridades, lo cual te deja vulnerable.En ocasiones, utilizas el trabajo como excusa o disfraz para justificar la falta de tiempo, el no conocer personas nuevas y no exponerte nuevamente a las malas experiencias. Aunque uno planche el corazón, siempre le quedan arrugas de experiencias pasadas.
Son bastantes los factores que pueden llevarnos a dejar la vida amorosa en segundo plano. Ya sea la necesidad por lograr grandes cosas, el querer demostrar lo valiosas que somos en nuestros trabajos (que en un mundo de hombres es bastante difícil) o tener un motivo para no arriesgarnos a sufrir nuevamente, sí o sí el elegir este camino trae grandes costos. El más caro de ellos es asumir la soledad como algo que tú misma elegiste, pero que a la vez tienes miedo de que se apodere de tu futuro.
Y tú, ¿conoces a alguien o estás en esta situación?
Imagen CC [Georgie Pauwels]