Me gusta ene conocer gente nueva, a veces como que lo necesito. Adoro a mis amigos y me encanta estar con ellos (cuando puedo). Sin embargo, esa sensación de traer gente nueva a mi vida es muy interesante y me atrae hasta el punto en que puedo dejar mi “timidez” de lado cuando se trata de abordar a alguien.
Lo mismo me ha pasado en grupos de personas que ya están enlazadas por una amistad. Mi tema, es que cuando yo soy la “nueva”, me cuesta un poquito “desatarme” y ser yo al 100% así, de una. Creo que esto se debe a que no siempre van a entender mi forma de ser, mi sarcasmo o mi tipo de humor (medio diferente) que encaja perfectamente en mi grupo habitual. Entonces, me quedo como un pajarito escondido en su nido, esperando el momento perfecto para despegar.
Cuando me ha tocado conocer, por ejemplo, al grupo de amigos de mi pololo, me he visto analizando cada cosa que sucede a mí alrededor con el fin de dar con los comentarios precisos. A veces es estresante este tema y me carga -(sí, caí del amor al odio en menos de una plana)- porque en ocasiones tendemos a tratar de agradar primero (sin caer en el cinismo) antes de ser una misma.
Todo ese proceso de adaptación al nuevo grupo, sin embargo, por lo general termina siendo muy agradable. Así, de la nada, nos conectamos con nuestras formas de ser, a veces optando por nuevos tipos de humor o lo que sea. Por eso y más, conocer gente nueva se ha vuelto un divertido pasatiempo para mí.
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Imagen CC jiangkeren