¡Oh L'amour!, el amor se apodera del paisaje durante este mes (nos guste o no) y se convierte en el oxígeno de muchos. Y es que al parecer todos están felices y esperan ansiosos la llegada del famoso Día de San Valentín, para salir a gritar su amor a los 4 vientos y demostrar lo enamorados que están, además de publicar en redes sociales todos los regalos que recibieron ese día. En el caso mío, la mayoría de mis amigas o conocidas están casadas, tienen hijos o al menos una relación estable desde hace muchos años, pero yo sigo siendo la solterona de mi generación. Pero, aunque parezca que todos aman el 14 de febrero, hay quienes simplemente no pueden soportar la celebración, por distintos motivos. Uno de los principales, es que Cupido se olvide de tu nombre y año tras año te toque pasar esa fecha sola, hasta el punto de que ya no tengas grandes expectativas para el Día del Amor ¿No eres fan de San Valentín?, acá 5 razones por las cuales odio el 14 de febrero.
1. Porque la mayoría de los 14 de febrero me toca pasarlos sola y caigo en la cuenta de que pasaré otro año más soltera: al principio se siente "cool" ser independiente y no "bailar al ritmo de nadie", menos aún celebrar esas fechas llenas de mamonería (hace 10 años, al menos para mí, no era tema el estar soltera). Sin embargo, cuando el tiempo avanza y notas que el presente parece un Déjà vu del año anterior, ya que no tienes ni perro que te ladre, sientes que hay algo que no está funcionando del todo bien. A veces, simplemente necesitas alguien que te tome de la mano, que te apoye, que te diga "todo va a estar bien" y no se trata de que una no se la pueda sola (las mujeres tenemos una fortaleza a prueba de todo), sino más bien porque cansa siempre asumir el rol de la fortachona que le "pone el pecho a las balas". En ocasiones, quisieras jugar a ser la niña que necesita protección y bajar un poco la guardia.
2. Porque tengo buena memoria, por tanto las malas experiencias y recuerdos salen a flote ese día: lamentablemente soy un cangrejo con buena memoria, que recuerda cosas tan tontas como la canción que estaba sonando en cierto momento de mi vida, con quien visité ese restaurante o qué le regalé a ese "ser especial" en tal o cual aniversario. Por tanto, para esta fecha vuelven a mí los recuerdos de las pocas veces que he pasado un San Valentín acompañada y lo lindo que fue ese momento, pero también me acuerdo de que todo se fue a la punta del cerro y las cosas terminaron mal. Por supuesto, como buen cangrejo, opté por esconderme dentro de mi caparazón y siento que ningún momento es bueno para salir del todo.
3. Ese día debo quedarme en la casa, para no aguantar toda la cursilería y la invasión de parejas en lugares públicos: si para subirte el ánimo y pasar un 14 de febrero en soltería (pero feliz) se te ocurre la "brillante" idea de salir, terminarás bajoneada o estresada. Lo anterior, ya que ese día es una fecha comercial como la Navidad, el Día del Niño, del Padre y la Madre, entre otros y obviamente todos salen a comer, a comprar, al cine o a tomar un café (la idea es gastar como si no hubiera un mañana) y se apoderan de de los espacios públicos. Debido a lo anterior, tu salida para animarte y sentirte mejor respecto a estar sola se convierte en todo lo contrario y terminas chata por ver parejas, parejas y más parejas a tu alrededor (en todos los estados, tamaños y tipos) y además te deprimes porque al parecer hay un "peor es nada" para cada una, pero para ti no alcanza.
4. Aunque me haga la fuerte y me ría de los globos y los peluches gigantes, me habría gustado que alguien me regalara esas cosas: a pesar de ser una mujer adulta, fuerte y que sepa hace rato hacia dónde va la micro, hay veces en que es lindo ser regaloneada. Me ha pasado que cuando me interesa alguien me la juego al 1000 por ciento y trato de ser muy preocupada y detallista, me dedico a informarme respecto a qué le gusta y qué no, para sorprenderlo con regalos y detalles de imprevisto. El problema es que cuando he anhelado que esas personas tengan un gesto "sorpresivo" conmigo, el tema solamente queda como una historia en mi imaginación (y de verdad que aburre tomarse tanto trabajo para nada). Con lo anterior, no me refiero a que se espera una especie de retribución a nivel material, sino a la alegría de que alguien tenga la gentileza de sorprenderte.
5. Porque por más que espero y espero alguna sorpresa para ese día, termino "forever alone" haciendo las mismas cosas de siempre: a veces, la esperanza es lo último que se pierde y tienes el presentimiento de que este año las cosas serán distintas. El problema es que aunque tengas los mejores deseos, a veces el tiempo, el destino o lo que sea, no tienen nada nuevo para ofrecerte y por más que tratas de que las cosas cambien y tus días sean diferentes, terminas sumergida en esa rutina que tanto te carga, pero que es tu "zona de confort". Cuando ya pasaste por decepciones, no es tan fácil confiar de buenas a primeras y ese mismo recelo te aleja de lo desconocido, de vivir nuevas aventuras y de conocer personas. Entonces, al parecer, nunca puedes achuntarle al asunto porque no quieres que todos tus días sean iguales, pero tampoco estás dispuesta a arriesgarte y volver a pasarlo mal.
¿Alguna de ustedes también detesta el Día de San Valentín?
Imagen CC Ardinnnn :)